Este itinerario recoge diálogos entre obras que, en diversos momentos de la historia y desde diversas culturas y sociedades, se han preguntado por el sentido de la vida.
Imágenes de uno y otro lado del océano que entienden el arte como forma de acercarse a algo que le trasciende. Así, esta propuesta invita a explorar tradiciones, creencias, imágenes, formas y rituales muy dispares para acercarse al misterio y, en ese proceso, entender un poco más el mundo y a nosotros mismos.
Si hay algo que verdaderamente nos vincula como humanidad es la capacidad de empatizar con otras personas a través de la emoción. Este itinerario es un espejo que nos conecta con el orgullo, la dignidad, el miedo, la compasión, la ira, el dolor desgarrador o el deseo ardiente de otros, en otro tiempo y otro espacio, vulnerables y humanos, como nosotros.
La propuesta invita a ponerse en la piel del otro y encontrarse con esas emociones comunes que subyacen en todos, pese a la diversidad de nuestras vidas y experiencias.
¿Cómo se representa el poder? ¿Cuáles son los medios utilizados por las estructuras dominantes para ratificarlo? ¿y en la actualidad? ¿cómo influye el arte en la percepción que una sociedad tiene de quien lo promueve? Los diálogos de estas obras navegan en los aspectos sociales y personales de las estrategias utilizadas a lo largo de la historia por los poderosos para impresionar y mostrar su capacidad de control y nos invitan a tomar conciencia de ellas con una mirada crítica y deconstructiva.
Todo arte es creador de identidades y, al mismo tiempo, elemento simbólico de identidad de la comunidad en la que se integra; productor y producto de formas de apariencia, pensamiento y comportamiento.
Las conexiones que proponemos en este itinerario nos invitan a observar el modo en el que la identidad de otros ha sido construida y a cuestionar nuestras propias nociones de identidad, no solo personales, sino también colectivas, a través de elementos históricamente específicos. Porque toda historia es compleja y alberga contradicciones e intereses distintos.
La comunicación humana cimenta nuestras relaciones sociales y es el principal agente de desarrollo cultural de una comunidad. Pero no solo comunican las palabras. Los cuerpos -sus miradas, sus actitudes, conductas y gestos- han sido y son un medio básico de expresión que los artistas de todas las disciplinas han explorado a lo largo de la historia. Las obras seleccionadas se comunican entre ellas y nos acercan a otras vidas que nos miran y se miran, más allá del tiempo y del espacio.
El museo, como creador de imaginarios, ha cumplido a lo largo de la historia un papel esencial en la regulación de los cuerpos y las subjetividades, así como en la extensión del concepto de normalidad. Estos diálogos entre obras gestadas en diversos contextos culturales y temporales, nos permiten ir más allá: analizar lo matérico, atravesando los diversos modelos, filosofías y patrones que lo han normativizado, alejándonos de cualquier visión totalizadora.
Esta ruta temática nos adentra en un conjunto de obras que, desde la divergencia, comparten costumbres, valores, gastronomía, expresiones o creencias. Estas piezas, reflejo del sincretismo y la asimilación bidireccional de ideas, imágenes y tradiciones, nos invitan a cuestionarnos por aquello que, a través del encuentro con lo diverso y la reciprocidad, ha permitido y permite ampliar y enriquecer nuestra percepción del mundo.
Los roles de género determinan las acciones y comprenden las expectativas que cada sociedad establece acerca de cómo debe actuar y sentir una persona en función de que sea mujer o hombre, prefigurando, así, una posición en la estructura social y representando unas funciones que se atribuyen y que son asumidas diferencialmente por cada individuo.
Las obras de arte han generado y perpetuado muchos de estos roles rígidos durante siglos, como reflejo de las lógicas en que fueron creadas. Este itinerario nos acompaña en la reflexión crítica sobre estas estructuras y en el conocimiento de aquellas personas que se atrevieron a cuestionar o a desafiar la imposición de una única manera de ser hombre o mujer, desmontando estereotipos y límites.