31 de octubre: Día mundial de las Ciudades
Cuando hablamos de ciudades justas para todos, es necesario hablar de Ciudades para la Infancia. En el día a día de construir los sistemas que habitamos en comunidad y responden a los ritmos de vida de las etapas productivas de nuestra sociedad, pasan por alto las necesidades de los otros habitantes que interactúan en las ciudades: sus infancias.
Nuestras infancias están creciendo de una manera sorprendente mientras interactúan con su entorno. Cada sensación, experiencia y estimulo formará parte de las bases de su desarrollo, influyendo en una etapa crucial que si se invierte de manera oportuna tiene altos retornos en el corto, mediano y largo plazo a nivel individual y social.
El papel de sus cuidadoras y cuidadores es esencial para su crecimiento, así como sus interacciones con ellos, al momento de diseñar ciudades y sus espacios es necesario contemplar aquellos que nutran esos encuentros, no solo que suceden de la puerta hacia dentro de los hogares, sino en esos espacios de encuentro con sus comunidades. Los espacios públicos como las calles, parques, escuelas y demás espacios presentes en sus rutinas, necesitan ser construidas desde sus voces; los retos y necesidades que enfrentan.
Hablando de nuestro panorama actual en la región:
América Latina es la región más urbanizada del mundo en desarrollo. Dos tercios de la población vive en ciudades y casi un 80% en zonas urbanas.(CEPAL)
Naciones Unidas a inicios del siglo XXI denominó que el perfil del ciudadano de este siglo sería el de migrante. Y ciertamente, ya sea por las guerras o por ellos efectos del cambio climático la movilización de poblaciones es cada vez mayor y más evidente.
El número de niños, niñas y adolescentes en movimiento en ALC ha alcanzado máximos históricos, solo en el 2022 más de 541,000 nacionales del norte de América Central fueron encontrados en la frontera sur de los Estados Unidos en 2022; incluidos más de 140,000 niños, niñas y adolescentes y familiares y 114,585 niños, niñas y adolescentes no acompañados. (UNICEF)
Tan solo en 2021, los desastres provocaron 23,7 millones de desplazamientos internos. (Informe Mundial 2022 sobre Desplazamiento Interno del Centro Internacional de Monitoreo del Desplazamiento) Se estima que en nuestra región 169 millones de niños y niñas viven en áreas afectadas por al menos dos riesgos climáticos y ambientes. (UNICEF)
A esta altura debe ser inevitable que cuando repensemos nuestras ciudades, lo hagamos teniendo en cuenta su contexto actual, con enfoque en las personas y al centro los más vulnerables. Hoy en día, enfrentamos una realidad que nos indica que cada vez serán más frecuentes e intensos los eventos climáticos, exacerbando las desigualdades existentes y afectando sobre todo a niñas, niños, jóvenes y mujeres más pobres y vulnerables a la pobreza, impulsando a su vez la migración forzada y la desestabilidad social.
Al mismo tiempo, es claro que enfrentamos una crisis de disponibilidad de recursos hídricos y naturales que amenazan la funcionalidad de las ciudades en el largo plazo. Necesitamos ciudades que sean hídricamente más sostenibles incorporando nuevas tecnologías que permitan reutilizar el agua; edificios inteligentes que además proporcionen mecanismos de autoproducción de alimentos; entre otros muchos retos.
*En su participación en el taller junto a Capita y el Tecnológico de Monterrey “¿Qué pueden hacer las ciudades para que las necesidades de los niños pequeños sean centrales en sus políticas y estrategias de cambio climático? "
Ayer, UNICEF reportó que más de 296 mil niñas, niños y adolescentes podrían haberse visto seriamente afectados por el paso del Huracán Otis en las costas de Guerrero. El paso de un fenómeno de este tipo y su escalamiento es un claro ejemplo del mucho trabajo que está pendiente por hacer para asegurar el futuro de esta y las próximas generaciones.
El paso de un desastre natural como el que acabamos de ser testigo puede afectar de múltiples maneras el desarrollo pleno de los niños y niñas: carencia de alimentación adecuada, acceso limitado a agua potable, riesgo a enfermedades, abusos a su integridad física y emocional. Mientras que los daños a sus hogares, así como el acceso a servicios básicos y a centros de salud, termina siendo un riesgo para un desarrollo pleno. A lo anterior se suma la falta de preparación en infraestructura de la ciudad a hacer frente a un huracán que se elevó con velocidad a una categoría 5. Reconstruir Acapulco llevará no menos de cinco años, anticipó Francisco Solares, presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) Eso solo en términos de inmuebles, pero ¿Cuánto tiempo tomará reconstruir una comunidad?
De acuerdo con ONU Hábitat, las ciudades golpeadas por desastres mayores pueden tardar más de una década en recuperarse y en alcanzar sus estándares predesastre. Necesitamos pasar de gestionar el problema a equilibrar la protección y el uso del agua para que se manifieste en las cinco dimensiones de la seguridad hídrica: doméstica, económica, urbana, ambiental y, especialmente, la capacidad para enfrentar eficientemente desastres relacionados con el agua (huracanes y sequías) y mudar hacia un modelo de Ciudades Resilientes capaces de responder ante cualquier desafío, que pueda mantener continuidad después de los eventos climáticos, mientras se adapta y la transforma posterior a ellos.
Estar preparados como sociedad solo será posible desde la escucha y la acción colectiva. Desde el 2020 en Fundación FEMSA hemos estado sumando esfuerzos a favor de la primera infancia y su relación con las ciudades desde la planeación, el diseño, la intervención y formación de líderes públicos y sociales para el fortalecimiento de espacios amigables, seguros y dignos para que cada persona pueda crecer y desarrollarse desde su nacimiento. Esto solo posible junto con aliados como el Tecnológico de Monterrey Fundación Bernard van Leer, Placemaking México, Fondo Unido México, United Way, MOVAC, Ocupa Tu Calle, Glasswing, Enseña por México, Save The Children y muchos más, sumándonos con más de 90 espacios que acercan a los bebés, niñas, niños y cuidadores a su comunidad, la naturaleza y a su ciudad de formas más seguras y dignas.
El futuro se construye hoy, y hoy necesitamos reconstruir nuestra relación con las ciudades para lograr que se transformen a ciudades más resilientes, justas, sostenibles y amigables para todas y todos.