Por Carlos Meade y Melissa Boisson
El agua dulce es un recurso cada vez más escaso, particularmente en el contexto del cambio climático, los cambios en los patrones de clima han extendido los periodos de sequías extremas y este es uno de los fenómenos que más está afectando al territorio mexicano. De acuerdo con el mapa de la sequía publicado por CONAGUA, a inicios de marzo el 64.7% de los municipios del país, es decir 1,599, se encuentran en sequía.
El gran acuífero maya, que es el agua subterránea que se encuentra bajo el suelo de la península de Yucatán, es la única fuente de agua dulce para toda la península abasteciendo a la población de Campeche, Yucatán y Quintana Roo. El agua dulce que se encuentra aquí contenida proviene de la lluvia y se almacena en un complejo sistema de ríos subterráneos y cuevas. No obstante, el mayor volumen de agua que se almacena en este sistema corresponde al agua salada proveniente de la conexión con el mar. Sobre esta agua salada, se almacena el agua de lluvia, que es más ligera.
De esta manera, aunque el volumen de agua del acuífero pareciera ser enorme, sólo una pequeña parte corresponde al agua dulce. Si bien se desconoce con exactitud la cantidad de agua dulce que se encuentra aquí contenida, es evidente que, con el crecimiento de la población en esta región, existe una demanda creciente por el vital líquido. De acuerdo con el INEGI tan solo del 2010 al 2020 hubo un 65.3% de incremento poblacional; y con el alto flujo turístico, la demanda de agua dulce crece día con día, rebasando la capacidad de recarga del sistema, es decir, sale más agua del acuífero de la que entra, por lo cual, la capa de agua dulce decrece mientras el agua salobre aumenta.
Por otro lado, este frágil ecosistema acuático también está amenazado por diversos agentes de contaminación, tanto por aguas negras que son vertidas ilegalmente, como por lixiviados, que son los jugos resultantes de la mezcla de residuos sólidos urbanos que se filtran al subsuelo y desembocan al acuífero al no ser manejados adecuadamente, además de todos los residuos que las personas arrojan a estas cuevas directamente.
Ante esta problemática, es urgente reconocer la estrecha relación entre la protección del agua dulce y el manejo de los residuos sólidos, especialmente en las localidades que impactan al gran acuífero maya, como es el caso de Tulum.
Tulum recibe aproximadamente 2 millones de turistas al año y cuenta con una población flotante importante, es decir, aquellos turistas que llegan a vivir por periodos breves de tiempo desde 15 días a 4 meses. Los visitantes junto con la población local generan un estimado de 255 toneladas diarias de residuos municipales de acuerdo con la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente (SEMA). Estos residuos son mezclados y, en principio, deberían ser llevados al relleno sanitario; sin embargo, dada su capacidad rebasada, muchos son llevados a otros rellenos cercanos o son vertidos en tiraderos a cielo abierto, favoreciendo así la contaminación y la generación de lixiviados.
Sin duda es indispensable contar con un relleno sanitario adecuado; sin embargo, debemos preguntarnos si realmente es necesaria la generación de todos esos residuos. Es decir, de acuerdo con el esquema actual de consumo y crecimiento poblacional en esta región, ¿cuántos rellenos sanitarios necesitaríamos ampliar, crear y construir para satisfacer las necesidades presentes y futuras de su población y visitantes?
De acuerdo con el Banco Mundial, actualmente 56% de la población vive en ciudades y para el 2050 se espera que 7 de cada 10 habitantes del mundo vivan en ciudades. En el caso de América Latina el 81.6% de la población ya vive en ciudades y esta tendencia sigue en aumento hacia los próximos años, de acuerdo con el World Travel and Tourism Council el turismo seguirá creciendo hacia el 2030 y México continuará estando entre los 10 lugares de más visitados del mundo. Por tanto, necesitamos empezar a reconocer que no podemos vislumbrar un desarrollo verdaderamente sostenible, hasta que nos comprometamos como ciudadanos con nuestro entorno y asumamos la corresponsabilidad de cuidar y conservar este delicado ecosistema.
Un aspecto esencial de este compromiso pasa necesariamente por la separación de los residuos desde el hogar. Es decir, a partir de que consumimos algo, debemos asumir la responsabilidad de separar adecuadamente cada uno de nuestros residuos y depositarlos en algún sitio en donde estemos seguros de que ese material será reincorporado a una cadena de valor. Si separamos los residuos posteriormente a su consumo, podemos conectar los materiales reciclables con sus cadenas de valor y, por tanto, disminuye el volumen de residuos que llegan al relleno sanitario y la contaminación subsecuente.
En Tulum existen módulos públicos de acopio llamados Puntos Limpios en 12 colonias, que han sido impulsados como una iniciativa ciudadana liderada e implementada por Tulum Sostenible A.C., en colaboración con Fundación FEMSA, Tetra Pak y Grupo Aje; en ellos se recolectan alrededor de 2 toneladas de materiales reciclables al mes por módulo. El volumen total acumulado captado desde el inicio del programa en 2020 es de más de 63 toneladas. Esta es una contribución importante, pero podría y debería ser mucho mayor si todos los ciudadanos y vecinos utilizaran de manera cotidiana estos puntos de acopio temporal. En el sitio www.puntoslimpiostulum.com pueden encontrar el mapa con las ubicaciones de cada uno.
Si los visitan, observen que tanto el techo como las paredes de los 12 puntos de acopio están construidos con láminas de polialuminio, las cuales son producto del reciclaje de los envases de Tetra Pak. Este es un ejemplo de cómo el reciclaje de materiales puede generar insumos valiosos para ser reciclados y utilizados de otra forma. En estos puntos de acopio se promueve la separación de metales, cartón, papel, pet, tetra pak, y otros plásticos, conectando estos materiales con sus cadenas de valor para poder ser reciclados. Al contar con residuos limpios y en buenas condiciones, se utiliza menos agua en su proceso de reciclaje, además de que se pueden aprovechar mejor, disminuyendo el uso de materia prima virgen.
Incluir a las escuelas públicas contribuye al necesario cambio cultural que debe abordarse desde la educación, la sensibilización y las buenas prácticas de manejo de residuos que desde niños debemos fomentar. A través de Puntos Limpios, en marzo el programa sensibilizó a más de 3,500 alumnos, con la esperanza de que ellos se conviertan en agentes de cambio y ejemplos de buenas prácticas de consumo sostenible y del amor y cuidado a las fuentes de agua y a los ecosistemas de la región. Vivir en un lugar limpio y seguro es tarea de todos, tanto de los pobladores eventuales, visitantes y turistas, así como de los ciudadanos que han hecho de ese paraíso, su hogar. Para mayor información visite: https://www.puntoslimpiostulum.com/
Acerca de los autores:
Carlos Andrés Meade de la Cueva nació en la Ciudad de México en 1949. Cursó estudios de filosofía, comunicación y ciencias políticas en la UNAM. De forma autodidacta estudió también etnografía e historia, con énfasis en el Área Maya. En 1995 formó Yaxché, Árbol de la Vida, A.C., una OSC enfocada en impulsar la autogestión comunitaria en las comunidades mayas de Quintana Roo, organización que ha encabezado desde entonces. A través de esta posición se ha vinculado con gran diversidad de organizaciones, principalmente de la península de Yucatán y ha participado en redes donde se trabaja en los temas indígenas y ambientales. Actualmente vive en Akumal, en la costa de Quintana Roo, municipio Tulum. Participa en diversos espacios de deliberación y consulta (Comité de Cuenca de Tulum, Comité del Ordenamiento Local de Tulum, Comisión de Ecología de Tulum). También participa en espacios de acción ciudadana como la Red Tulum Sostenible. En años recientes ha participado en la integración de la Sociedad Cooperativa Tulum Sostenible, que es la organización que implementa el Programa Puntos Limpios Tulum.
Melissa Boisson es licenciada en Relaciones Internacionales egresada de la Universidad Iberoamericana con Maestría en Ciencias en Desarrollo Sostenible por el Tec de Monterrey. Desde 2023 lidera la estrategia de comunicación del vector de Seguridad Hídrica y de Economía Circular e Innovación de Fundación FEMSA. Melissa tiene más de 20 años de experiencia tanto en el sector privado como en el sector público y en organizaciones de la sociedad civil. Desarrolló su carrera tanto en México como en Estados Unidos. Previo a unirse a Fundación FEMSA, se desempeñó como Gerente de Comunicación y Estrategia de Seguridad Hídrica en The Nature Conservancy de 2017 a 2022. En el sector privado fue Miembro del Consejo de Administración y Finanzas de Empresas ICA, fungió como Gerente de Sostenibilidad y Gerente de Asuntos Públicos en The Dow Chemical Company para la Región Norte de América Latina, entre otros.