Desde hace unos meses, David Ordaz Bulos (Pachuca, Hidalgo, 1984) se sumergió en el ecosistema cultural de Monterrey para realizar una residencia artística. De este modo, su vida comenzó a repartirse entre su ciudad natal, la capital nuevoleonesa, Cholula y la Ciudad de México.
Su proyecto Microlaboratorio de experimentación: escenarios futuros sobre justicia social en Nuevo León activó una conversación multiactor para crear un diagnóstico sobre la desigualdad en el estado y producir una narrativa al respecto, utilizando diversos métodos y herramientas como el psicodrama.
En estas sesiones, salieron a flote los intereses y preocupaciones de los participantes, un grupo diverso de ciudadanos que se reunieron en el Lab Cultural Ciudadano LABNL.
“Surgieron escenas que tienen que ver con los derechos de las mujeres. Por ejemplo, surgió la escena del feminicidio de Debanhi (Escobar); surgió una escena que tiene que ver con el gobierno y la inteligencia artificial tomando decisiones de políticas públicas para el futuro; también un escenario que tiene que ver con el medio ambiente y la relación interespecies entre Nuevo León, con la Huasteca, esa montaña que cohabita el espacio aquí en la ciudad.
“Surgió la historia del tráfico, personas que se la pasan en su coche todos los días aventándose dos, tres horas de tráfico, surgieron otras escenas que tienen que ver con los miedos que genera la ciudad, cómo podemos encapsularnos en nuestra cotidianidad, pero a la vez esta otra cosquillita de la curiosidad y de cómo podemos explorar nuevas formas de habitar la ciudad, el tema del metro, el tema de la mediación de cómo resolver un problema masivo que requiere un sacrificio para quienes habitan (el lugar) donde va a ser construido el metro. Fueron sesiones de mucha conexión y mucha espontaneidad que nos permitieron tener un panorama de las historias del grupo y de cómo están habitando la ciudad”.

Para Ordaz Bulos, quien es maestro en Sociología Política por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, es importante abrir espacios como este para construir el futuro que queremos habitar.
“Construir narrativas de justicia social es como darle rienda suelta a nuestra imaginación. El hecho de hablar de futuro no quiere decir que vamos a adivinar lo que va a ocurrir, sino que nos ayuda a entender mejor nuestro presente, a darle nuevos sentidos y no solamente a entender, sino a orientar nuestras acciones hacia futuros que nos gustaría construir.
“Lo que estamos haciendo es imaginar, aprender en colectivo a usar diferentes metodologías, a encontrarnos. Y a partir de ahí vamos a generar este ejercicio de escritura colectiva de desapropiación, como dice Cristina Rivera Garza; para generar nuevas miradas, exploraciones hacia el futuro y hacia lo que nos gustaría conectar. También lo que quiere emerger”.
El también psicólogo social por la Universidad Autónoma de Hidalgo, quien actualmente estudia el doctorado en Creación y Teorías de la cultura de la Universidad de las Américas Puebla, donde escribe la tesis “Laboratorios ciudadanos: una mirada desde la gubernamentalidad”, comenta que habitar la ciudad ha sido muy enriquecedor.
“Explorar sus espacios, sus rostros, sus diferentes habitantes; vivir, acompañar, sentir lo que los habitantes de Monterrey sienten todos los días, ha sido una experiencia sumamente enriquecedora. También profundizar tanto en la literatura local como en la sociología local”.
Ordaz Bulos agrega que encabezar esta residencia, que es impulsada por Fundación FEMSA, Artes del Tecnológico de Monterrey y LABNL, ha sido muy satisfactorio, ya que le ha permitido ser parte de un proceso abierto de creatividad.

“El proyecto que había planeado se ha venido enriqueciendo con nuevas metodologías, nuevas perspectivas, nuevas prácticas que creo que le van a dar un toque interesante al resultado. Me siento bendecido porque el grupo con el que hemos conectado en el microlaboratorio ha sido un grupo bien potente, bien interesante, diverso, con el cual hemos conectado y compartido nuestras historias y tejido la colaboración.
“Para mí, esta residencia llega en un momento en el que he podido aprender a usar estas metodologías. La residencia me permite conjuntarlas y generar este proyecto que tiene que ver con lo transdisciplinario; tomar elementos del urbanismo, las ciencias sociales, las humanidades, la psicología social… Trabajar con grupos me permite también romper una lógica. Yo vengo más del mundo de las ciencias sociales donde lo que se busca son las causas, procesos muy lineales y muy rigurosos metodológicamente, pero aquí me ha abierto el horizonte de pasar de la causalidad a la casualidad”.
Este es uno de los cinco proyectos ganadores de la convocatoria Residencias artísticas: creación experimental para la justicia social. Los resultados de estas residencias, en las que artistas colaboran con ciudadanos y estudiantes del Tec de Monterrey, serán dados a conocer próximamente.
