Al inicio de 2020, cuando pensábamos cómo serían los siguientes doce meses, nunca imaginamos que nos esperaba algo como la pandemia de COVID-19. Más de un año después, el mundo que hoy miramos hacia atrás es muy diferente a lo que conocíamos. Esta situación tan atípica nos puso en una posición en la que todos dependemos unos de otros: aunque no en el mismo barco, sí estamos todos en una misma tormenta.
Las crisis suelen ser un detonante para la acción. Nos hacen ver que las realidades del mundo no siempre van a coincidir con nuestras expectativas. Aunque algunas de estas situaciones críticas nos empujan a darnos cuenta de que el estado de las cosas debe cambiar. A veces incluso nos demuestran que el cambio ya está sucediendo.
Hace 12 años, cuando nació Fundación FEMSA, teníamos clara nuestra misión de impactar de forma positiva a personas y a comunidades. La mejor guía para saber dónde verter nuestros esfuerzos era la inversión social. Este año, la sorpresa de que el sector salud de todo el mundo fuera sobrepasado por las necesidades de la pandemia, nos ayudó a reconocer las fortalezas centrales de nuestra organización.
Vimos que era necesario responder con agilidad a las necesidades del sector salud y de las personas cuyas vidas se vieron afectadas de forma desproporcionada por la pandemia. Debíamos ampliar nuestro enfoque para atender lo que América Latina necesitaba con urgencia. Aunque este reajuste del rumbo nos tomó por sorpresa, estábamos listos para tomar acción. Por supuesto, también ha habido sorpresas buenas. En tiempo récord, gracias a la comunidad científica, tenemos una vacuna contra el COVID-19 que nos permitirá retomar nuestras actividades conforme avanzan los meses.
Los desafíos que nos sorprendieron en 2020 también nos empujaron a actuar, llevándonos a ampliar nuestro campo de acción para crear nuevas oportunidades que hoy te compartimos.
Cuidar a quienes nos cuidan
La pandemia puso a prueba todos los sistemas de salud del mundo y México no fue la excepción. Los médicos estaban al frente de una carrera contra el tiempo, adaptándose a la lucha ante una enfermedad desconocida, con un volumen de casos y muchísimos factores en contra. Sin embargo, el compromiso de los médicos mexicanos se mantenía firme.
Para nosotros estaba claro que “si un problema afecta a la sociedad entera, su atención y alivio es una responsabilidad colectiva”, en palabras de nuestra directora, Lorena Guillé-Laris. Esta situación nos demostró lo necesaria que es la cooperación y la toma de decisiones entre gobierno, sociedad e iniciativa privada.
Comprendimos que era prioritario cuidar a los médicos y a todo el personal de salud, incluyendo a los que no estaban atendiendo a pacientes con COVID. Así nació la iniciativa Contagia Solidaridad, con la que, en alianza con otras empresas y fundaciones y gracias a las generosas donaciones de miles de mexicanos, logramos que 91,000 miembros del personal de salud del país en 155 hospitales no COVID recibieran kits de protección personal. Por otro lado, de la mano del gobierno federal y más de 600 empresas, dotamos de insumos, agua potable y servicios de alimentación a más de 600 hospitales como resultado de unir esfuerzos en Juntos por la Salud.
Atender la otra crisis de salud
Como humanidad, estamos pasando por un momento crítico. La contingencia sanitaria empezó como una crisis de salud física, pero poco a poco tuvo efectos impresionantes en la salud mental de miles de personas. De acuerdo con la OMS, la salud no es sólo estar libres de enfermedades, sino tener bienestar físico, mental y social. En particular, la salud mental forma parte importante de un estado de bienestar.
La pandemia nos trajo a todos altos niveles de estrés, incertidumbre, aislamiento y miedo, emociones que sólo fueron creciendo durante el confinamiento. Para responder a este reto, se volvió esencial desarrollar una alternativa para identificar y regular las emociones, que junto a AtentaMente y otros socios, acercamos a padres y educadores en el marco del regreso a clases a mediados de 2020.
De la mano de nuestros socios, pusimos manos a la obra para dar una respuesta humanitaria que fuese integral y que contribuyera a impulsar la seguridad alimentaria, el autocuidado y la atención socioemocional de las familias durante la pandemia con una iniciativa en Guatemala y, por otro lado, con una plataforma con presencia en México, Panamá, Costa Rica, Nicaragua y Guatemala.
Especialmente los niños pequeños percibieron el estrés de los adultos que los rodean y a esto hay que sumar el hecho de que muchos de estos niños ya vivían en condiciones de desventaja y que 2 de cada 3 niños en América Latina son disciplinados con violencia. Las emociones que el confinamiento acentuó tienen efecto a mediano y largo plazo en el desarrollo cerebral, la capacidad de aprender y las habilidades socioemocionales de los niños.
Sabemos que, si cultivamos lazos amorosos con sus padres y cuidadores, las interacciones positivas que tengan con ellos van a influir positivamente en el desarrollo de los niños. Con la intervención de emergencia JUEGAA, alcanzamos a casi 30,000 niños y niñas de comunidades vulnerables y sus familias con un kit lleno de materiales para promover el aprendizaje de los más pequeños en casa, contribuir a disminuir el riesgo de violencia intrafamiliar y mejorar la sensibilidad de los cuidadores primarios ante las emociones de sus niños.
Tender un puente hacia las personas en situación de migración
Estamos convencidos de que el arte tiene el potencial de transformar a personas y comunidades enteras. Esto fue evidente durante la pandemia, pues se convirtió en un vínculo y la plataforma de diálogo con uno de los sectores más vulnerables de la sociedad, que son las personas que migran.
Uno de los problemas que con mayor dificultad enfrentaron miles de familias de migrantes y refugiados fue tener acceso a una alimentación adecuada. Necesitábamos encontrar los medios para brindarles seguridad alimentaria y apoyo socioemocional para los niños que migran, así como información de servicios de seguridad y salud para las mujeres. Nos aliamos con la comunidad artística y con instituciones de apoyo al migrante en Nuevo León para crear la iniciativa Puerto Abierto. El equipo de nuestro Programa Cultural aportó con su labor para reutilizar cajas de madera que en algún momento transportaron obras de la Colección FEMSA. Con estas cajas, crearon huertos urbanos que les permitieran a las familias tener verdura fresca a muy bajo costo y de forma sostenible.
A través de la exposición fotográfica al aire libre Los otros lados, narramos sus historias, generando espacios de encuentro y acciones de impacto a través de dos cosas que están en el corazón de Fundación FEMSA: el arte y la acción colectiva.
Ante cada desafío que se nos presentó en 2020, respondimos de la mano de aliados que dedican su creatividad, sus recursos y el esfuerzo diario para resolver estos retos. Vemos el futuro con esperanza porque creemos en el poder de la colaboración. Tenemos que recordar que el mundo mejora cuando decidimos actuar y que todos tenemos la responsabilidad de mover a nuestras comunidades hacia el futuro. Lo mejor de todo es que la esperanza es esa fuerza impulsora que tiene el efecto de multiplicar: cuantos más nos atrevamos a crear oportunidades por un mejor futuro, más razones habrá para sentir esperanza.