Las ciudades tienen que estar listas para adaptarse a los desastres y también al cambio climático y a sus efectos. Aunque normalmente pensamos en la resiliencia con relación a los desastres naturales, una ciudad resiliente no es sólo la que puede recuperarse después de la devastación, sino la que está preparada antes de que llegue cualquier cambio crítico y que sigue funcionando una vez que el cambio está aquí.
100 Ciudades Resilientes sugiere que, en lugar de pensar a la ciudad como el sistema, consideremos cada sistema que la compone y trabajemos para que cada uno sea resiliente: el agua, la energía, el sistema educativo, la sociedad civil, las empresas, el gobierno, etc. Así podremos llegar a tener esta cualidad en toda la ciudad. Lo que hace a una ciudad resiliente es que no se trastoque el día a día de sus habitantes cuando llegue un desastre, y entre los servicios básicos que no deben de interrumpirse está el agua. Es solamente uno de los sistemas urbanos, sin embargo, trabajar en la resiliencia hídrica es una forma de acercarnos a asegurar la de las ciudades.
A continuación te compartimos cómo se ve una ciudad con resiliencia hídrica.
Tiene una planeación urbana eficiente
La planeación de la ciudad ofrece estrategias para reducir los riesgos ambientales y los efectos de los desastres naturales que el cambio climático trae consigo. Aquí, el desarrollo urbano y el medio ambiente no se entienden por separado. En la cuestión del uso de suelo, el desarrollo urbano se detiene a considerar la ubicación de las fuentes de agua, el sistema de distribución y el uso del agua. Los planificadores urbanos consideran tanto los factores de crecimiento poblacional como la interacción de la comunidad con el ecosistema en puntos específicos de la ciudad, por ejemplo, en zonas de permeabilidad hídrica, para lograr una planeación integral de la ciudad. Un ejemplo de una intervención exitosa en planeación urbana lo observamos en Barcelona: el mejoramiento de los mercados públicos en la ciudad impactó positivamente el acceso a la alimentación saludable y la cohesión social alrededor de los barrios en los que están esos mercados. Un tejido social cohesionado es clave para construir una comunidad resiliente.
Combina infraestructura gris y verde
La infraestructura gris sigue siendo necesaria para el manejo y tratamiento adecuado de las aguas residuales y pluviales. Sin embargo, la infraestructura verde también es clave porque reduce la escorrentía, es decir, la cantidad de agua de lluvia que está sobre la superficie del terreno, y también reduce el riesgo de inundaciones, mejora la calidad del aire y se le puede dar uso de esparcimiento. Una ciudad resiliente combina de la mejor forma ambos tipos de infraestructura.
Su comunidad se involucra en temas de agua
Los habitantes entienden los riesgos a los que la ciudad está expuesta y los efectos que los desastres podrían llegar a tener, además de que conoce qué es lo que puede hacer para asegurar la resiliencia de su entorno inmediato a nivel individual y de familia. El gobierno y el sector privado incluye a la comunidad en el diseño de soluciones a las problemáticas de agua para asegurar que están dirigidas a satisfacer sus necesidades, sobre todo las de los grupos más vulnerables de la comunidad.
La gestión del agua tiene participación multisectorial
La gobernanza se refiere al acuerdo social, político, económico y administrativo sobre quién obtiene el agua, cuándo y cómo lo hace, así como quién tiene derecho al agua, a los servicios relacionados con ella y sus beneficios. Esto implica formular, establecer e implementar políticas, legislación e instituciones, además de definir los roles y responsabilidades del gobierno, sociedad civil y el sector privado en relación con el agua y sus servicios. A partir de una visión compartida de las problemáticas, se trabaja en soluciones. Los actores que participan en el sistema del agua también interactúan en otros sistemas urbanos, por lo que al lograr una colaboración multisectorial en agua se abre la posibilidad de que lo mismo suceda en los otros sistemas.
Al crear los mecanismos necesarios para que se den estos cuatro puntos, que son clave para lograr la resiliencia hídrica de una ciudad, y sumando esfuerzos de todos los sectores de la sociedad hacia este objetivo, estaremos más cerca de tener ciudades siempre listas.